Allá por los años 1780, cuenta la historia, vivía Marianito Mayta. Marianito era un pastor, quién era mandado todos los días a pastear sus rebaños de ovejas, llamas y alpacas, junto a su hermano mayor. Al cabo de un tiempo el hermano mayor se iba a pasear y hacer otras cosas, y bajo amenazas y abusos hacía que Marianito no dijera nada y cuidara a los rebaños él sólo, con travesías de a veces días para encontrar pastos frescos y buenos para el rebaño, cruzando las montañas y llegando hasta las vastas pampas glaciares.  

Algunos de los vecinos del padre de Marianito, quienes lo veían solo por los apus, cerros y montañas, le dijeron a su padre a manera de advertirle, que algo malo le podría pasar, vagando solo por las montañas con los rebaños por a veces días, y que mientras tanto el hijo mayor estaba feliz en la ciudad. Esto sorprendió al padre de Marianito, ya que los rebaños sólo estaban mejor y creciendo como nunca antes hace varios meses, entonces fue y preguntó a Marianito que es lo que pasaba y Marianito le contó la historia. 

Cada día, o cada vez que Marianito salía y su hermano lo dejaba solo, se le aparecía éste hermoso niño de piel blanca, de la misma edad de Marianito (unos 10-12 años), con ropas de seda blanca, que lo acompañaba y lo llevaba a los mejores lugares dónde pastar y poder cuidar mejor al rebaño, el cual empezó a crecer y prosperar, con el pasaban los días jugando y saltando en las montañas conversando y siendo muy buenos amigos. Cuando el padre de Marianito pudo obtener un pedazo de ropa que se había roto del vestido del niño y dársela a su padre, grande fue la sorpresa de todos al no saber la procedencia de la tela usada, sino hasta que el párroco local la reconoció como ropa de santos, esa ropa que solamente se mandaba del Vaticano. Al ir y tratar de atrapar al niño ladrón de ropas de santo, el niño se desvaneció al pie de una roca. Sobre dicha roca se construyó una iglesia, y desde entonces de lleva a cabo la fiesta del Señor de Qoyllurit’i. 
 

La fiesta del Señor de Qoyllurit’i, congrega hasta 100,000 personas que llegan de todos los lados del Tahuantinsuyo, representando a sus NACIONES, la autoridad allá arriba, cerca a los Apus Sinakara y Qolqepunku, son los pabluchas y ukukus, quienes a punta de latigazos imponen el orden y el respeto allá arriba, cerca a los glaciares. 

La festividad es del 9 al 13 de Junio y es una fiesta en verdad increíble. La reunión de naciones en Yana Cancha, y el saludo al son en las pampas de Tayankani, son tema aparte, hay que estar allá y ver el saludo al sol de las naciones, gente bailando por días hasta en algunos casos desmayar. 

La fiesta del Señor de Qoyllurit’i, se vive de noche, y de día.  

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